Si tan solo nos enseñaran a ser románticos

Que hace que nos enamoremos. Que hace que se termine el amor.
Son preguntas que mueven multitudes, tal como lo hacen las dos fuerzas más poderosas en la vida, el amor y el miedo.
El romance es tan necesario como la comida, el aire, el agua o el dinero. Sin romance, la vida es seca, aburrida, gris y absurda. Pueden pasar años sin que uno se de cuenta de cuan importante es este ingrediente afrodisiaco en la vida cotidiana, pero una vez que se notó su ausencia, es imposible dar la vuelta atrás.
Una vez me dijo una amiga que cuando una pareja deja de mirarse a los ojos como si a cada segundo descubriera algo nuevo en esos ojos, es cuando todo empieza a derrumbarse. Y tenía razón. A partir de entonces me fijo en cómo se miran las parejas, y si aunque sea una vez se presenta esa mirada cómplice y picarona, quiere decir que aún existe fuego en ella.
Aprendemos a sumar, a restar, a sacar cuentas para materializar los deseos. Aprendemos a seducir para conseguir sexo. Todo eso está inserto en el sistema, forma parte de él. Pero parece que no podemos aprender a conservar el romance en una relación. Por qué?.
Quién dictaminó que para conseguir lo material se debe sacrificar el romance?. Quién estableció como norma dividir el cerebro entre sexo, dinero y romance?. Cuál es el impedimento de llevar el romance por dentro y hacer todo lo demás sin sacrificar nada?.
Una maestra mía siempre dice que al tener clara representación del objetivo, léase, saber bien lo que queremos, todo es más fácil. Entonces, si estoy segura que no quiero seguir sacrificando el romance, éste volverá a mi vida así como así?.