miércoles, abril 06, 2022

Quién gana, quién pierde


Por Marisol Ramírez

marisolmanager@gmail.com


¿Quién gana en un partido de fútbol?...cada quien responderá desde su forma de ver las cosas. Algunos dirán, quién mete más goles al final de los 90 minutos, otros dirán, quienes organizan el encuentro deportivo, otros pensarán que son los jugadores que cobran jugosos salarios o se llevan interesantes contratos con marcas.

Otros también sumarán, ganan los estadios, los que hacen posible el evento en general, y se sumará la opinión de otros más, ganan los cuidacoches y quienes ubican la increíble cantidad de vehículos que llegan, otros más dirán, son los vendedores ambulantes, que se ingenian quién sabe cómo, para encontrar cosas que vender apropiada para cada evento, y apuntando a todo tipo de público, por supuesto, subiendo el costo de las cosas al menos tres veces en ocasiones.

La reflexión podría terminar ahí, pero lo que a mí me llama la atención, es la mayor de las pérdidas para muchos fanáticos de un club, y es cualquier situación que se tenga que lamentar tras el encuentro deportivo, que por ser deporte, entretenimiento, distensión y diversión, debería dejar un sabor dulce, y no agrio, tras el resultado, se a cual sea.

En estos grandes eventos, como cualquier clásico, o bien sea un partido donde se pugna por un importante título internacional, es notable como la masiva concurrencia toma personalidad propia, a veces, y se da rienda suelta a una suerte de histeria colectiva, donde se ponen de manifiesto las pobres gestiones emocionales de muchos hinchas y simpatizantes de una camiseta. 

Es cierto que ante un partido de fútbol y el tipo de pasiones que desata una contienda, pueden dejarse en libertad conductas que en otros contextos no serían apropiadas, bien vistas o que forman parte de la convivencia social deseable. Sin embargo, estos grandes e importantes eventos, suelen dejar secuelas bastante lamentables en su entorno, ya sean a nivel emocional, psicológico o físico.

Ya desde muchas horas antes de iniciar el “show” se empiezan a ver conductas extrañas en el barrio donde se va a jugar el partido. Se rompen normas sociales, se despierta una suerte de “animalidad” o vía suelta al cerebro reptiliano, como dicen en jerga psicológica, dejando salir al mono loco de su jaula.

Se ven comentarios ofensivos en redes sociales, se percibe un alto nivel de agresividad verbal y psicológica, y ni hablar si vives cerca del estadio donde se desarrollará el evento deportivo, tienes que sortear todo tipo de obstáculos y pruebas de destreza física para llegar a tu domicilio sano y salvo. 

Pero esta suerte de histeria colectiva en torno a un evento, no se da sólo en un partido de fútbol, también lo vemos en un concierto internacional, sobre todo si se trata de algún ídolo juvenil del momento, o si se trata de los famosos eventos de cierre de campaña de políticos sea cual sea el cargo que estén buscando ocupar o renovar.

El punto de reflexión aquí es…en qué momento dejamos de ser individuos racionales y con cierto nivel de educación y respeto, a ser parte de una masa movida por el cerebro reptiliano?. Considero que deberíamos reflexionar, sobre todo los adultos, acerca de qué tipo de ejemplo de conducta estamos dejando a los más jóvenes, y qué tipo de resultados obtenemos nosotros mismos al dejarnos llevar por las emociones, o como se dice vulgarmente, por la calentura del momento.

Seamos más como la leche tibia que tomamos del dulce seno materno, y no la leche hervida que se derrama y genera un caos por limpiar, y aprendamos a disfrutar de un evento masivo, antes, durante y después del mismo.